sábado, 25 de abril de 2009

Los Afectos ...


Los afectos son un puente entre lo físico y lo síquico; entre el cuerpo y la mente, pero son también el principal motor de acción que nos impulsa a relacionarnos con los demás de una manera particular. Los afectos son el primer lenguaje interpersonal; es lo que las madres y padres observamos tan claramente en los primeros años de vida de nuestros hijos, cuando aún no dominan el lenguaje verbal y se manifiestan a través de sus expresiones de llanto, risa, movimientos, que nos informan como se encuentran. En esta etapa los hijos expresan sus afectos básicos (placer, dolor, miedo) con mayor o menor intensidad, según sus umbrales de excitabilidad determinados biológicamente.




Los afectos, por lo tanto, son fundamentales para la sobrevivencia. Pero no están relacionados sólo con la supervivencia y sistema primitivo mamífero, sino que también (especialmente en los seres humanos) con la corteza cerebral, que controla toda la información cognitiva o intelectual. Allí los afectos adquieren gran complejidad y se convierten en “sentimientos” y emociones cargados de significado cognitivo, que finalmente nos indican cómo actuar. A medida que interactuamos y nos comunicamos con nuestros seres significativos, los afectos se vuelven más complejos, y surgen la angustia, la curiosidad, la depresión, el disgusto, la sorpresa, etcétera. Además de comunicarnos desde un principio con nuestros cuidadores, van también organizando el mundo, la percepción que tenemos de éste; nos entregan información interna de cómo actuar, y así nos vamos haciendo una idea de lo que es importante para sobrevivir: ser queridos y poder ser entendidos.


Cuando los afectos son rechazados o escondidos en forma sistemática, se produce algo así como la incomunicación. Vamos quedando aislados del mundo e incluso de nosotros mismos, y podemos llegar a sentirnos absolutamente solos. Erróneamente muchos piensan que los afectos son una parte poco deseable, inservible, asociada sólo a la sensiblería manipuladora y exagerada; pero la verdad es que están íntima y profundamente ligados a nuestra esencia biológica, a nuestro conocimiento del mundo, a la comunicación básica con los otros y a la identidad personal. Alejar los afectos es como negarnos a nosotros mismos.

Artículo escrito por:
Valeria Ortiz y Paula Serrano.
Sicólogas.

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