Mostrando las entradas con la etiqueta Sala Cuna. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Sala Cuna. Mostrar todas las entradas

domingo, 1 de agosto de 2010

Plantilla: necesidades de los párvulos

1 comentarios
Estimados Amigos y Amigas:

Esta siguiente plantilla se que les será de gran utilidad (sala cuna), permitirá que sus apoderados se sientas aún más confiados del cuidado que se les entrega a sus hijos en el jardín infantil.

Saludos
Siempre Educadora.



HAZ CLICK SOBRE LA IMAGEN

lunes, 24 de agosto de 2009

El cerebro infantil

1 comentarios
El cerebro infantil

Al nacer, todos los órganos de sus bebés –el corazón, los pulmones, los riñones– están completamente desarrollados. Sólo son de menor tamaño que los órganos de los adultos. Con una sola excepción: el cerebro.

El cerebro se fortalece a sí mismo

¿Podrían imaginarse vivir en un país en que cada casa tiene teléfono, pero sólo algunos de ellos cuentan con cables para conectarlos? El sistema telefónico no funcionaría. Esta situación es similar al cerebro de sus hijos al nacer. ¡Entre la sexta semana y el quinto mes de embarazo, en el cerebro de un bebé se desarrollan aproximadamente 100 mil millones de células cerebrales! Algunas de estas células cerebrales se encuentran conectadas al nacer, pero la mayoría no lo está. Precisamente, durante los primeros cinco años de vida, el cerebro infantil hace un gran esfuerzo para establecer dichas conexiones cerebrales.

¿Ustedes han visto alguna vez lo que sucede al caminar una y otra vez y en la misma dirección en la nieve profunda o en hierba alta? Se forma un sendero. Algo parecido ocurre a medida que el cerebro se desarrolla. Cada vez que sus bebés usan uno de sus sentidos –la vista, el gusto, el tacto, el oído y el olfato– se crea una nueva conexión o sendero. Si un niño tiene diversas clases de experiencias y dichas experiencias se repiten una y otra vez, más se fortalecen las conexiones cerebrales. De estas conexiones depende la manera en que sus hijos piensan, sienten, se comportan y aprenden.

En los primeros tres años el cerebro habrá hecho muchas más conexiones de las que necesitará en toda la vida. Tal como cuando ustedes le cortan las ramas a un árbol para que se fortalezcan las raíces, el cerebro elimina las conexiones que no se usan con regularidad. Esta eliminación de las conexiones inutilizadas continúa de tal forma que sólo se mantienen las conexiones importantes.

Las oportunidades existentes

Los científicos han concluido que hay períodos en los que ciertas partes del cerebro pueden incorporar formación nueva con mayor facilidad que en otros. Estos períodos son llamados las

oportunidades existentes
y se conciben como “puertas” que se abren durante los primeros años de vida y luego se cierran completamente. Por ejemplo, las conexiones cerebrales para poder ver deben tener lugar durante los primeros tres o cuatro meses de vida de todo niño. Si no tienen lugar durante este tiempo, se pierden para siempre. Lo que significa que, en dicho caso, el niño nunca podrá ver.
Otras de estas puertas podrán permanecer abiertas por más tiempo, pero sin lugar a dudas, el aprendizaje es más fácil en ciertos períodos. Los científicos se refieren a esto como períodos críticos.

Por ejemplo, los primeros cinco años constituyen el “tiempo óptimo” para adquirir el lenguaje. Sin embargo, esto, no quiere decir que los niños aprendan todo lo que se requiere sobre el lenguaje en dichos cinco años, ya que el aprendizaje continúa teniendo lugar durante toda la vida. Aunque el completo crecimiento y desarrollo del cerebro infantil requiere de unos 15-20 años, es más fácil aprender en ciertos momentos que en otros.

La nutrición cerebral

Lo más importante para ustedes es saber que ¡realmente se puede hacer una diferencia para estimular el cerebro de los pequeños! Al hablarles o leerles a sus hijos, jugar con ellos, cantarles, tocarlos y nutrirlos con alimentos saludables y amor, ustedes están “nutriendo” ese fundamental órgano: el cerebro.

Todos los niños necesitan de la clase de experiencias descritas en esta guía para ayudarles a crecer y desarrollarse de manera sana. Si alguno de sus hijos nace prematuramente o tiene alguna incapacidad, es sumamente importante ofrecerle experiencias que lo nutran cerebralmente. Hablen con un proveedor de servicios de salud para obtener ideas que les ayuden a ustedes a ayudarle a sus pequeños.

Fuente: Cómo estimular el cerebro infantil, una guía para padres de familia (Diane Trister Dodge - Cate Heroman)

miércoles, 17 de junio de 2009

¿Cómo es el cerebro de mi bebé?

0 comentarios
¿Cómo es el cerebro de mi bebé?



A pesar de su enorme complejidad, el cerebro de un bebé es el órgano menos formado en el momento de su nacimiento, ya que la estrechez del canal del parto limita en gran medida su volumen. Durante los próximos años, su cerebro crecerá de manera notoria, al igual que el resto de sus órganos, pero lo hará de una forma significativamente diferente. Así como los pulmones ya son capaces de llevar a cabo su misión desde el parto, y simplemente van aumentando su tamaño para obtener el oxígeno necesario para un cuerpo cada vez mayor, el cerebro no sólo crece físicamente, sino que también se transforma internamente.


Cuando un bebé nace, su cerebro es un enorme conjunto de neuronas, a la espera de formar la intrincada estructura cerebral que de adulto le permitirá hablar, leer, razonar y sentir todo tipo de emociones. Algunas de las neuronas ya tienen una misión específica y su funcionamiento ha sido activado por los genes para llevar a cabo las tareas básicas para la supervivencia fuera del vientre materno, como el respirar, llorar o succionar. Pero existen billones de neuronas que aún no han sido activadas y que tienen la potencialidad de formar parte de cualquier proceso cerebral futuro.


Tan o más importantes que las neuronas son las conexiones que entre ellas se establecen para formar los circuitos o redes neuronales. Si bien una neurona aislada realiza una misión simple, millones de ellas interconectadas entre sí son capaces de realizar las más complejas tareas. Por introducir un símil, cualquier órgano de nuestro cuerpo está formado por millones de células, aunque cada célula es incapaz por sí misma de llevar a cabo la función del órgano del que forma parte. Es, por tanto, el conjunto de neuronas y sus conexiones lo que establece la auténtica potencialidad del cerebro humano.


Experimentar es fundamental


Se estima que el cerebro de un adulto tiene algo más de cien mil millones de neuronas, cada una de las cuales se conecta con varios miles. Si hacemos un simple cálculo, veremos que en total hay algo así como cien billones de interconexiones en nuestra cabeza. Teniendo en cuenta este dato, la idea clásica de que el cerebro de un adulto está inexorablemente determinado por sus genes no se sostiene. De los aproximadamente 100.000 genes del genoma humano, la mitad están relacionados con la formación y el desarrollo del sistema neuronal. Es, por tanto, imposible codificar toda la complejidad de un cerebro adulto en tan solo 50.000 genes heredados.


La única posibilidad que cabe pensar es que la genética determina la configuración general del sistema nervioso y del cerebro, pero que hay otro factor que es el verdadero responsable del complejo entramado de neuronas y conexiones en la edad adulta: el entorno. Todos disponemos de terminaciones nerviosas de la cabeza a los pies, y se ha visto que funciones específicas, como el habla o el reconocimiento visual, se localizan en áreas bien definidas de nuestro cerebro. Es evidente que la genética marca esta configuración, pero serán los cientos de miles estímulos externos que recibirá un bebé en sus primeros años lo que acabará de perfilar sus circuitos cerebrales.


La ventana de oportunidad


Parece, pues, que la experiencia durante los primeros años de vida no son tan solo recuerdos, sino que es fundamental en la construcción del cerebro. Existe no obstante otro factor muy importante a considerar: el tiempo. Como se ha podido comprobar tras numerosos ensayos, el tiempo en que es posible estimular una determinada área neuronal para influir en la creación de interconexiones está limitado. Es lo que se conoce como la ventana de oportunidad.




Habitualmente la ventana se abre en el momento del nacimiento (aunque puede ser incluso antes o un poco después) y se cierra irremediablemente tras un período de tiempo determinado.
En los años 70 se realizó un experimento con gatitos. A un gatito sano se le tapó un ojo desde su nacimiento durante varias semanas. Tras destaparlo se comprobó que el gatito no tenía visión en ese ojo ni fue capaz de adquirirla con posterioridad. Se vio que el número de conexiones entre la retina del ojo tapado y la parte del cerebro responsable de la visión era minúsculo en comparación con el ojo destapado. La conclusión estaba clara: es necesario proporcionar los estímulos adecuados durante un período de tiempo preciso para que la estructura cerebral se forme correctamente.


Al parecer nuestro cerebro actúa bajo el principio "úsalo o piérdelo para siempre". Si no se produce la estimulación de un área a tiempo, las neuronas mueren y ya no resulta posible recuperar esa función. La ventana de oportunidad varía de acuerdo con la función cerebral de que se trate. Así, los sentidos como la vista y el oído cierran su ventana de oportunidad mucho antes que la capacidad para sentir emociones o el comportamiento.


La estimulación temprana


Las consecuencias de este descubrimiento son agridulces. Por una parte, sabemos que podemos influir positivamente en el desarrollo neuronal de nuestros hijos; pero, por otra, el tiempo que tenemos para ello es limitado. Es una especie de carrera contrareloj en la que no hay una segunda oportunidad. No obstante, hay también buenas noticias: en la sociedad actual el número de estímulos que recibe un niño es mucho mayor que en cualquier época pasada. Hoy llevamos a nuestros bebés a nadar, oímos música en todas partes, los paseamos en coche (lo que resulta muy adecuado para la estimulación del sentido del equilibrio, por cierto), escuchan idiomas diferentes, se relacionan con otros niños desde pequeños y practican un sinfín de actividades más que, sin duda, contribuyen a enriquecer las conexiones neuronales.


Aún así, no existen límites por lo que a estimulación se refiere, y existen otro muchos aspectos que podríamos potenciar de cara a su futuro rendimiento escolar y a su vida como adultos. Fomentar la lectura desde edad temprana, facilitar el conocimiento de otros idiomas o iniciarlos en el razonamiento lógico y matemático son un buen ejemplo de ello, y la forma de proceder en cada caso será objeto de otros artículos.



martes, 14 de abril de 2009

Características generales de los niños y niñas hasta los 6 años ...

0 comentarios

Características generales de los niños y niñas hasta los 6 años:
Principales factores que intervienen en su desarrollo.
Etapas y momentos más significativos.
El desarrollo infantil en el primer año de vida.
El papel de los adultos.



Descargar Aquí

martes, 7 de abril de 2009

¿Por qué los niños muerden...?

0 comentarios



Morder es una conducta que algunos niños en edades comprendidas de 1 a 3 años presentan. Existen diferentes razones de porque lo hacen, pero en cualquier caso es necesario enseñarles desde el primer momento las consecuencias que acarrea el morder.



Para poder comprender este problema debemos entender porqué los niños muerden.



Los bebés emplean su boca para explorar, aprender y también para relacionarse. Es una de las partes de su cuerpo que se encuentran más desarrollada. En ocasiones con la dentición necesitan calmar sus encías con lo cual muchas veces muerden porque carecen de autodominio y actúan impulsivamente.



En el caso de niños de 1 a 3 años las razones son diferentes. A esta edad comienzan a socializar, a relacionarse con sus coetáneos, pero aún no poseen un lenguaje ni tienen las habilidades suficientes para comunicarse. Morder es una manera de conseguir un juguete o llamar la atención. También lo hacen cuando están nerviosos o se sienten frustrados: ante situaciones nuevas, la llegada de un hermanito, el ingreso al jardín de infancia… Otros niños sencillamente muerden por imitación.



En edad preescolar la conducta de morder suele desaparecer. A estas edades los niños ya comienzan a tener habilidades de comunicación que permiten la convivencia con sus compañeros. Un niño que muerde frecuentemente en esta etapa puede estar presentando problemas emocionales.



Lo primero que hay que hacer es observar cuando y porque está conducta aparece. Cuando un niño muerde siempre debemos transmitirle que la agresión no es aceptada. Debemos intervenir con rapidez, pero con calma y mostrarle nuestra desaprobación. Hay que explicarle que “no se puede hacer daño” mirándole a los ojos. Si el niño esta jugando debe separarse de la actividad (dos minutos son suficientes), si quiere continuar jugando con los demás tendrá que parar de morder. También es aconsejable que tenga una conducta reparadora: ayudarle a curar al amigo, darle un beso, pedirle disculpas…



Prohibir una conducta no significa que el pequeño entienda cual es la conducta acertada. A los niños hay que servirles ejemplos a seguir; por ejemplo mostrarles nuevas formas de relación, utilizar el lenguaje, esperar turnos, pedir prestado, acariciar a sus amigos…



Cuando el niño exhiba conductas positivas (pedir permiso para coger el juguete de otro niño, por ejemplo) debemos elogiarle, valorarles cuando estén jugando de manera “pacífica” con otros pequeños.



Nunca debemos responder con la misma acción: morder a un niño que muerde es un gran error. Cuando son muy pequeños no pueden relacionar el dolor que sienten con el que causan cuando muerden a los demás. No utilices la violencia ni la humillación para erradicar el comportamiento. Dialoga, háblale con firmeza y coherencia manteniendo siempre la calidad del vínculo afectivo.


Agradecer de antemano el aporte de Paula, ya que este articulo fue extraido de su blog
http://paula-miexperienciaencomoeducadora.blogspot.com/
Muchas gracias por compartir!

Pegar y Morder: 16 Maneras de Parar ...

1 comentarios

PEGAR Y MORDER: 16 MANERAS DE PARAR

Las manos y los dientes en crecimiento con frecuencia se meten en problemas. Los niños pequeños, muerden y pegan sin pensar en las consecuencias. Los mordiscos y golpes, hacen daño y deben corregirse, antes de que hagan daño a las personas o las relaciones.


1. Entienda por qué los niños muerden y pegan


No se lo tome como algo personal. Los bebés muerden las manos, los pechos que les alimentan… Todo lo que los bebés hacen se resuelve alrededor de su boca o sus manos. Las manos y los dientes son las primeras herramientas sociales, y aprenden a usarlas con las respuestas que obtienen. Tan pronto como los dientes erupcionan y agitan las manos, los bebés experimentan y usan estos instrumentos sobre diferentes objetos, para ver qué se siente. ¿Y que hay más disponible y más familiar que la piel de los padres?. El trabajo de los bebés es usar estas herramientas. El de usted, enseñarle cómo.


Estos pequeños mordiscos y golpes iniciales, tan malos como parecen, son comunicación llena de juego, no comportamiento irrespetuoso ni agresivo. Los golpes y mordiscos agresivos son más comunes entre los 18 meses y los dos años y medio, cuando el niño carece de lenguaje verbal para comunicar sus necesidades. En su lugar se comunica mediante acciones. El morder, habitualmente para a medida que crecen las habilidades de comunicación, pero el pegar no.


2. Entender por qué los niños pequeños pegan y muerden


Lo que en un niño pequeño son simplemente gestos socialmente incorrectos, pueden, si no se revisa, convertirse en comportamientos agresivos en los niños. Por esta razón quiere eliminarlo del repertorio del bebé, antes de que forme parte del niño en crecimiento. Los niños se vuelven agresivos para liberar enfados, para controlar la situación, para demostrar poder o para proteger sus pertenencias en una batalla por los juguetes. Algunos llegan al mal comportamiento en un intento desesperado para llegar a unos padres distantes. La mayor parte de los comportamientos agresivos en la primera infancia disminuyen en el momento en que el niño puede comunicarse con palabras en lugar de con acciones.


3. Considere la fuente


¿Qué dispara un comportamiento agresivo? Mantenga un registro diario -o al menos notas mentales- que identifiquen la correlación entre los actos del niño y las circunstancias que lo favorecen. Por ejemplo, Kate mordió a Suzie mientras jugaban en grupo. Suzie tenía su pelota favorita. Era casi la hora de la siesta, había montones de niños en un sitio pequeño y Suzie es muy mandona.


4. El niño que hace daño a uno de los padres


La bofetada en la cara es un comportamiento socialmente incorrecto con el que muchos niños experimentan. Reconduzca al “abofeteador” a un comportamiento socialmente aceptable. Por ejemplo, ”choca esos cinco”. Igualmente, reconduzca el morder. “No se muerde, hace daño a mamá”, poniendo cara triste y después reconduzca, “abraza a mamá, eso si me gusta”, poniendo cara contenta.


Una vez que el abofetear se ha convertido en una expresión de frustración -por ejemplo, se enfada porque no le dan una chuche- use las consecuencias naturales. Firme pero calmadamente dígale, “no se pega” y póngale en el suelo. Seguirá estando enfadado por la chuche. Verbalícelo por él, explique con palabras por qué está enfadado. No permita que su hijo lo utilice como saco de boxeo. Dele el mensaje de que no permitirá que le haga daño. Si usted no permite que su hijo le haga daño cuando es muy joven, será menos probable que se lo haga a otros en el futuro, y que permita que se lo hagan a él. Le está enseñando a decir no a las agresiones. Por ejemplo, levantando una mano para evitar el golpe, pero no devolviéndolo.


5. Niños pequeños que pegan a bebés


Si su hijo de un año y medio golpea con su martillo de juguete en la cabeza de bebés, retire todos los objetos con que pueda pegar. Enséñele y dígale que no pegue y ofrézcale un gesto alternativo. “Sé cariñoso, acaricia al bebé”, mientras guía sumano.


6. No devuelva el mordisco


Usted puede razonar, “el niño necesita aprender que los mordiscos duelen”. Sí, pero no hay manera de que su hijo decida no morder si usted le muerde para demostrarlo. Utilice una método alternativo al “diente por diente”. Lleve a su hijo aparte y dígale, “déjame que te enseñe el daño que hacen los dientes” y presione su antebrazo contra sus dientes superiores como si estuviera mordiéndose a si mismo, no de forma vengativa, sino como un padre mostrando algo. “¿Ves como morder duele?”. Dé esta lección inmediatamente después del mordisco. Usted quiere que su hijo aprenda a ser sensible con los sentimientos de los demás. Una lección temprana es la empatía.


7. Modelos de pegar


Kate pega a Thomas. La madre de Kate, avergonzada e irritada, rápidamente se acerca y pega a Kate en el brazo diciendo, “no se pega”. Ahora ¿Está usted tan confundido como Kate? ¿Le ha empujado la vergüenza o el enfado a hacer algo ilógico? A todos nos ha pasado. Así que planifique su estrategia con tiempo. ¿Qué hará cuando su hijo pegue a alguien?


8. Niños que hacen daño a otros niño


Usted se da cuenta de que un niño pega a otro para obtener un juguete. Muéstrele y dígale una forma alternativa de obtener el juguete. ”No pegamos a otras personas. Si quieres el juguete, espera a que tu amigo termine o pregúntale a mamá y yo pondré un tiempo para compartir. Cuando yo quiero algo de ti no te pego para conseguirlo, te lo pido amablemente”. Si el que pega no colabora, pídale a la víctima que diga que no jugará con él hasta que pida perdón y deje de pegar. También puede decirle, “¿cómo te sentirías si te pegara a ti?”


9. Tiempo fuera para el agresor


“Morder hace daño, y es malo hacer daño. Ahora te vas a sentar a mi lado”. Habitualmente, los niños de dos años pueden establecer la conexión entre ser agresivos y las consecuencias. Anime a su hijo a decir “lo siento”. Si ya no está enfadado, puede que quiera dar un beso o un abrazo.


10. Sea un modelo de no-agresión


Un niño que convive con la agresión será agresivo. ¿Cómo expresa usted el enfado, maneja conflictos, y obtiene sus objetivos? La agresión es contagiosa. Los niños pequeños también copian los comportamientos agresivos de hermanos mayores. Haga de esto una experiencia educativa. Hábleles a los mayores de que son un ejemplo. Por su propio beneficio y el de los pequeños, dígales que “limpien” sus actos.


Arrancar cosas de las manos es un comportamiento agresivo propio de niños pequeños -tenga cuidado de no ejemplificar esto sin querer, quitándoles las cosa de las manos-. De forma tranquila explíquele por qué no puede tener la cosa que ha cogido y pídale que devuelva el objeto al niño o que se lo de a usted. Puede que tenga que ofrecer algún otro objeto a cambio. Si su hijo está a punto de romper algo valioso o hacerse daño, use una voz firme y muéstrele con el lenguaje corporal que espera que lo deje inmediatamente.


Evite situaciones que sacan lo peor de los niños. En un cumpleaños, a una madre se le ocurrió organizar una búsqueda para los chicos, por toda la casa, y además ofreció un premio para el ganador. La casa y los niños terminaron hechos una ruína.

12. Suavice


Observe al niño pequeño que habitualmente tira juguetes y muñecos y los golpea. Mientras que parte de este comportamiento es normal, si es frecuente puede significar una alerta roja de tensión y enfado. El niño corre el riesgo de tratar a las personas de esa manera. Además de investigar la raiz del problema, favorezca un juego más tranquilo, “abraza al osito”, “quiere a la muñeca”.


13. Recompense


Los niños de más de tres años responden bien a las recompensas. Cree un panel de puntos por no pegar. “Cada día que no pegues dibujaré una cara sonriente, y cuando tenga tres, iremos a comer juntos”.


14. Programe autocontrol


Algunos niños impulsivos pueden pegar antes de pensar. Para los niños de más de tres años, ayúdele a controlar esos impulsos, sugiriendo comportamientos sustitutivos a los que el chico pueda recurrir cuando a su mente viene la palabra “pegar”. ”Tan pronto como sientas que quieres pegar, golpea una almohada o da una vuelta al patio”. Usted también puede ser modelo de autocontrol. La próxima vez que piense en pegar a su hijo, hágaselo saber. Sujete su propia mano y diga “no mano, no debes pegar”, delante del niño.


15. Aplique doble disciplina




Cuando pegar se vuelve irrespetuoso y mina su autoridad, merece una doble dosis de corrección: de mamá y de papá. Thomas, de cuatro años, se enfadó y pegó a su madre. Inmediatamente ella lo sentó, le miró fíjamente a los ojos y le dijo seriamente que bajo ninguna circunstancia debía pegar a sus padres, que ese comportamiento es intolerable y sería firmemente corregido, y le envió a su habitación. Después de este tiempo de exclusión, hablaron sobre su enfado. Más tarde, compartió el asunto con su marido que habló con Thomas. Reforzó la seriedad de la cuestión y le dijo que no le permitiría pegar a la mujer que él quería. Este padre inteligente, consiguió más provecho de su disciplina, haciendo saber sus sentimientos hacia su esposa.


16. Supervise


No es bueno, ni seguro, dejar jugar sin supervisión a un niño agresivo con víctimas potenciales, sin padres a la vista. Si su hijo es agresivo, comparta su preocupación con los otros padres y profesores, y busque su colaboración para temperar el comportamiento agresivo de su hijo. No dude en comentar la situación, sin duda ellos también habrán pasado etapas de agresividad. De otra forma las agresiones pueden destruir una amistad. Los profesores y cuidadores también deben estar alerta, para que esta actitud no afecte a todo el grupo. En el establecimiento de un grupo los niños aprenden lo que es socialmente aecptable. Si la atención está en el niño que muerde, o si perciben que morder es un comportamiento aceptable, pueden adjundicarse esta etiqueta y que forme parte de su repertorio. Si bien, el comportamiento de un agresor debe ser atendido inmediatamente, no dé la imagen de que ésta es la única manera de obtener atención. Asegúrese de encontrar la forma de premiar a los niños por su buen comportamiento.


Artículo del Dr. Sears, padre del Attachment Parenting, traducido porSole, doctora en medicina, del foro de Dormir sin llorar.
Fuente:
www.dormirsinllorar.com
Artículo original del Dr. W. Sears Traduccido por Sole, Doctora en Medicina.


Agradecer de antemano el aporte de Paula, ya que este articulo fue extraido de su blog




Muchas gracias por compartir!

Como tratar los comportamientos de morder en niños pequeños ...

1 comentarios


¿Por qué muerden los niños pequeños?


La literatura sugiere que la fase de morder puede ser una del desarrollo normal para bebés y niños de hasta dos años de edad, sin casi ninguna importancia duradera en el desarrollo. Una vez que cumple un niño los 3 años, sin embargo, el morder podría indicar otros problemas de comportamiento, especialmente si son frecuentes los incidentes de morder. Ya que la mayoría de incidentes de morder se debe a la etapa del desarrollo del niño, los peritos recalcan que el morder no es motivo de echarle la culpa al niño, a los padres o a los maestros (Greenman y Stonehouse, 1994).


Los bebés


Para los bebés, los teóricos del desarrollo sugieren que el morder probablemente constituye una forma de exploración-los bebés usan la boca para explorar porque es una de las partes más desarrolladas de su cuerpo. Cuando los bebés muerden, también podría ser una forma primitiva de comunicarse; probablemente el bebé no se da cuenta del lazo entre el morder y el dolor ajeno (Claffey, Kucharski y Gratz, 1994; Marlowe, 1999; Oesterreich, 1995). Los bebés también actúan por impulso y carecen de autodominio; algunos bebés tal vez muerdan simplemente porque hay algo allí que pueden morder; otros muerden cuanto están emocionados o reciben demasiado estímulo (por ej., la música estimula al bebé, quien entonces muerde a alguien porque está tan alegre y emocionado) (Greenman y Stonehouse, 1994). De ahí que la literatura concluya que los bebés muerden porque quieren oler y tocar objetos, experimentar con la causa y el efecto, o aliviarse el dolor de dentición (la Asociación Nacional de la Educación de Niños Pequeños, o National Association for the Education of Young Children [NAEYC, 1996] sugiere ofrecer a los bebés que pasan por la dentición los juguetes de masticar, roscas de pan congeladas y otros objetos seguros.


Niños de uno a tres años de edad


Oesterreich (1995) y otros teóricos creen que, como en el caso de los bebés, el morder en los niños entre los 12 y los 36 meses de edad representa una forma de comunicación (por ej., para comunicar la frustración mientras aprenden habilidades sociales, lingüísticas y de autodominio). Oesterreich también postula que los niños de esta edad raramente hacen planes de antemano, sino que más bien perciben y actúan basado en lo que experimentan al momento. Los niños de hasta tres años de edad, mantiene Oesterreich, no disponen del lenguaje necesario para controlar una situación, o sus intentos de comunicarse no se entienden o no se respetan. El morder llega a ser un modo poderoso de comunicarse con y controlar a otros y el ambiente. El morder demuestra la autonomía y es una manera rápida de obtener un juguete o llamar la atención (Oesterreich, 1995). Muchos niños de esta edad demuestran gamas extremas de emociones, tanto alegres como tristes, y les hacen falta las maneras de clasificar y comunicar estas emociones. Demasiados desafíos (de actividades demasiado difíciles), exigencias, deseos y obstáculos pueden enojar y frustrar a estos niños y tal vez resulten en que muerden. Muchos niños de esta edad todavía no entienden cómo compartir las cosas o que el contacto físico puede causar dolor, y necesitan aprender otras maneras de comunicarse aparte de morder (Claffey, Kucharski y Gratz, 1994).


Los cuidadores de niños han señalado que los niños de hasta tres años de edad quizás muerden también cuando experimentan un evento que les causa estrés, una falta de rutina que les agita particularmente, o interacción inadecuada con adultos. Según indican Claffey, Kucharski y Gratz (1994), los niños de esta edad tal vez son más propensos a morder si hace más de 5 minutos que no interactúan con adultos. Otros niños tal vez muerden como estrategia de auto-defensa, o tal vez simplemente imitan a otros niños que muerden (Marlowe, 1999; NAEYC, 1996).


Niños de edad preescolar


Si de ocurrencia infrecuente o rara, los niños de edad preescolar tal vez muerden por algunos de los mismos motivos que tienen los bebés y niños de hasta tres años de edad-para controlar una situación, para llamar la atención, como estrategia de auto-defensa, o por extrema frustración o enojo. No obstante, el que un niño muerde frecuentemente después de cumplir los 3 años podría indicar otros problemas de comportamiento, ya que para esa edad muchos niños tienen las habilidades de comunicación necesarias para expresar sus necesidades sin morder. Kranowitz (1992) especula que el morder también puede ser ocasionado por una disfunción de integración sensoria en una cantidad menor de niños pequeños. Ella sugiere que un examen del desarrollo para niños de edad preescolar tal vez sea útil para identificar a los niños con disfunción táctil. (Estos niños pueden responder negativamente a sensaciones de toque, poniéndose ansiosos, hostiles o agresivos. Pueden responder de manera exagerada o insuficiente al toque, o reaccionar negativamente cuando otros están cerca. Los toques ligeros desde atrás les podrían ser particularmente agitantes, resultando, en algunas situaciones, en que muerden.)





Agradecer de antemano el aporte de Paula, ya que este articulo fue extraido de su blog
http://paula-miexperienciaencomoeducadora.blogspot.com/
Muchas gracias por compartir!

 

Siempre Educadora Copyright 2008 All Rights Reserved Baby Blog Designed by Ipiet | All Image Presented by Tadpole's Notez