domingo, 26 de abril de 2009

Pasión por aprender


Durante la primera infancia, los niños manifiestan una gran capacidad de asombro, un enorme interés por conocer y una verdadera pasión por aprender. Todo despierta su curiosidad. Preguntan en forma incesante: ¿Qué es esto? ¿Por qué llueve? ¿Cómo se hace? Es tal su impulso a saber, que los padres relatan quedar exhaustos ante tanta pregunta y frente a la inasistencia del niño por conseguir una respuesta. Durante esta crucial etapa del desarrollo y tienen una velocidad de aprendizajes que no volverán a tener. ¿Por qué los niños pierden esa pasión por aprender a medida que van creciendo? Robert L. Fried en su libro “Pasión por aprender” plantea que aprender debiera ser una de las actividades más fascinantes del ser humano y que lamentablemente se trasforma, frecuentemente, en algo que produce aburrimiento y resistencia a la edad escolar.




Una de las principales causas de este decaimiento radica, según el autor, en que los adultos transforman muchas veces este proceso en un trabajo penoso, que es percibido por el niño como sin sentido y absurdo.



Muchas veces el exceso de exigencia, las sanciones y las amenazas que les hacen a los niños, mientras les enseñan, son el principal factor que disminuye sus deseos de aprender. El niño que asocia aprendizaje con angustia o con castigo perderá no solo el interés, sino que lo más probable es que termine odiando la situación de aprendizaje, que lo hace sentirse poco competente y fracasado. Otro factor clave en esta desmotivación progresiva está en que sus intereses no tienen sintonía con lo que los adultos les proponen. A veces experimentan rechazo porque se los evalúa de una manera negativa a través de notas o comentarios descalificatorios, que a veces son bastantes ofensivos. Eso, sin duda, afecta su motivación por el aprendizaje. ¿Quién querría seguir haciendo algo por lo que solo recibe críticas? Solo un masoquista…Conectarse con los intereses de los hijos facilita que los niños desarrollen el gusto por aprender. Por ejemplo, a Pedro, de doce años, quien tenía rechazo por la lectura, su padre logró incentivarlo a leer buscando materiales sobre la Segunda Guerra Mundial, que era una pasión del niño. De tanto leer sobre el tema mejoró sus habilidades lectoras, pero además se rencontró con el placer de la lectura.



Es necesario equilibrar las actividades de aprendizaje para que haya espacio para las tareas que realmente motivan al niño. Obviamente lo que le interesa casi siempre se relaciona con las áreas en que están sus talentos. Es por eso que es necesario estar muy alertas a cuáles son sus gustos, para incentivarlos y darles oportunidades de desarrollarlos.

Así ocurrió con Pablo Neruda. Su padre le quemaba las poesías en un intento para que mejorara sus notas en matemáticas. El padre logro crearle una fobia a esa materia, que le duró hasta adulto. Afortunadamente Gabriela Mistral le estimuló su talento literario. Al final, ésta fue la actividad desde donde hizo un aporte mundial. Sin duda, el placer que se encuentra en un tema es la clave de la pasión por aprender y hacer.


Neva Milicic
Sicóloga, clínica y educacional, doctorada en la Universidad de Gales.

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