Nuestros niños no son los de antes … Han cambiado los juguetes de madera por sofisticados juegos de luces y sonidos, con tan solo tocar una tecla aparece un mundo fantástico de la electrónica.
Las maestras no son las de antes … fotocopian, amplian, pegan papeles con texturas maravillosas, con solo mezclar agua y yeso reconstruyen huellas de animales prehistóricos…
Pero hay cosas que no cambian, que el tiempo y los años respetan … La mirada de un niño de la mano de su maestra y el contacto silencioso, cálido, son signos entrañables de un código único, de un sentimiento profundo de amistad.
Un niño y su maestra … son capaces de todo. Pueden pasar horas juntos escuchando canciones, resolviendo problemas con tapas y palitos o simplemente jugando con la imaginación. Pueden descubrir los más grandes inventos e intentar salvar al mundo plantando un árbol.
No son las niñas ni los niños de antes … Las maestras ni los maestros de antes … El mundo no es el de antes.
Pero hay que cosas que no cambian, la capacidad de asombro, la fuerza de la naturaleza, la mirada de un niño o niña y el cariño de un docente que se entrega sin condiciones, día a día, que sueñan y trabajan juntos por un mundo mejor, con un código único, eterno, poderoso, indestructible: El de una profunda AMISTAD!
Cecilia Sabbatini
1 comentario:
Muy bonito.
Gracias
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